martes, 24 de febrero de 2015

El autoconcepto y la identidad individual



Hola una vez más, espero de todo corazón que se encuentren maravillosamente bien y que esta semana vertiginosa les haya traído cosas muy buenas.


En un caso particular esta semana ha sido de reflexiones y más reflexiones, los pondré en contexto para poder comenzar con el tema, he tenido una afección en mi cabeza que el día de hoy me ha impedido utilizar mi plancha la cual religiosamente uso todos los días (para mí fue casi un cataclismo que precedía al fin del mundo) porque según yo, usarla hace que mi cabello se vea muy lindo, por tanto, me hace ver mejor.

Y ahí está el punto central del día “según yo”, según mis ojos, según mi espejo. Eso que creemos de nosotros mismos es el tan comentado autoconcepto o self que si nos vamos al libro se define como “La suma total de sentimientos y pensamientos que un sujeto tiene sobre sí mismo, como objeto” (Grecas y Burke, 1995).


Sí, leíste bien ¡¡¡Como objeto!!! Observamos nuestro ser con el mismo ojo crítico con el que valoramos si compramos un florero porque se ve bien o no y esa imagen (que en algunas corrientes psicológicas se llama el “mi”) se graba en el subconsciente por lo que no necesitas decirte “hoy me veo como una ballena”, si así lo sientes así se graba (aunque no sea cierto, como me dijo alguien muy importante para mí: “las ballenas no están gordas, tienen el peso adecuado para ser una ballena”).

Después de grabar esta imagen en el subconsciente pasa al ser consciente (es decir, el “yo”), ya no solo lo sientes, tomas consciencia de eso, lo vives, lo expresas y de repente, de ser un hombre o una mujer hermosos pasamos en un instante a sentirnos gordos, feos, torpes o cualquier imagen que le hayas enviado al subconsciente.


Un día entonces te despiertas, estás solo en tu habitación y sin decir palabra te miras al espejo y notas una gran cantidad de arrugas (tu pensamiento empieza a volar: Válgame, ya parezco pergamino antiguo), estás flojo de este lado y de aquel (¡oh por Dios! De dónde salió tanta piel), te volteas para verte por atrás y decides que no sabes cuál de los dos lados es más penoso (y rápidamente piensas: debo recordar comprarme un espejo que no sea de cuerpo completo) y tu vestimenta se convierte en el atuendo que te quede más flojo y esconda todas esas cositas que no te gustan y solo se detiene ahí porque no puedes ponerte una máscara pero si estuvieran de moda lo harías.


Con todo eso que pensaste y sentiste creció el “mi” y al volverlo consciente alimentaste al “yo” y de este romance nace un bebé que en ocasiones no queremos ni ve de lo feo que es: la identidad individual.

La identidad individual está formada por la suma de aquellas características que te hacen ser diferente a los demás (si, eso incluye tus dientes separados, tu cabello en desorden o tu manera escandalosa de reír), estas características te permiten ser distinguido y no perderte en la multitud, te hacen ser especial.


Pero en la mayoría de las ocasiones nuestra identidad individual nace de la visión crítica que tenemos, siempre vemos lo peor de nosotros mismos (me cuento entre ellos) y no nutrimos la parte positiva, no nos sentimos orgullosos de quienes somos y la autoestima se va al piso.

Contrario a lo que nos dicen amablemente todos los que nos quieren, levantar el autoestima no es tarea sencilla, dejar atrás todas aquellas cosas con las que hemos nutrido nuestra identidad toma tiempo y trabajo pero te digo algo: genera grandes resultados.


Y después de tanta plática seguro me dirás: Esta muy bien todo lo que dices pero, ¿Cómo lo hago?, ¿cómo me alejo de esos pensamientos nocivos y empiezo a construir mi nuevo yo? (guapo, sexy, inteligente y con todas aquellas características que ya tienes, sólo falta que te des cuenta) pues si has llegado hasta aquí te dejo unos tips:


1. Date cuenta que dentro de ti hay una persona auténtica que perdura, por ejemplo ¿te acuerdas de cuando tus papás te vestían con el atuendo más ridículo del mundo? imagínatelo, ese, el traje de marinero que te hizo tu tía o el vestido de encajes con el que parecías pastelito de cumpleaños, además estabas chimuelo y tenías el cabello tan rebelde que no había manera de controlarlo pero tú te sentías hermoso, soñado y feliz, sin importar con que te vistieras o cómo te vieras tú seguías divirtiéndote igual y siendo la niña o niño más feliz de la tierra, sí, ahora que ves las fotos de esos momentos no te parece que te veías tan hermoso y te encantaría quemar toda evidencia de ese fatídico periodo de moda infantil, pero en ese momento no importaba eras auténtico Y ¡Justo esa persona auténtica y real que se divertía todo el tiempo eres tú!! recuérdate y vívete una vez más sin ataduras.


2. La percepción es subjetiva. Ejemplo, un día vas al museo con tu mejor amigo, papá, novio o novia (utilicemos para este ejemplo a aquella persona que para ti es un referente de opinión) y ves un cuadro horrible, no te transmite nada y no entiendes cómo el museo puede exponer esa cosa tan fea, lo expresas en voz alta y tu acompañante con cara de “no lo puedo
creer” te dice: “¡pero si es una obra de arte hermosa!”, la observas una vez más detenidamente y te das cuenta que a ti te gustan más los cuadros de flores o paisajes sin importar lo que tu acompañante diga o lo famoso del autor de esa cosa horrorosa. Entonces, lo que tú ves, no siempre es lo que ven los demás, quizá pienses que eres un cuadro horrible y sin sentido y que todos te ven así pero créeme, esa persona ve una obra de arte y harías bien en sentirte así.


3. No te trates mal. Cuando quieras decirte algo malo a ti mismo como: “hoy amanecí muy fea(o)” o “estoy muy gorda” haz este ejercicio, imagina que no eres tú el que se lo dice sino alguien que tú conoces, tu mejor amigo o amiga por ejemplo, ¿le permitirías que te dijera eso?, ¿cómo te sentirías? (¡deténganme porque lo mato!), entonces, ¿por qué te lo permites a ti misma?.


4. Cambia el discurso: Haz lo mismo del paso anterior pero ahora con algo positivo, levántate el ánimo, di “soy hermosa o hermoso” (aunque de momento te parezca que no podrías ser más espantoso) e imagina a esa persona diciéndote a ti esas mismas palabras para reforzarlo. ¿Ves lo diferente que se siente? Poco a poco ti percepción cambiará y ya no tendrás que decírtelo, lo sabrás. Si tú te amas, los demás te van a amar también.


Volviendo a mi caso te cuento que, hoy muchos me dijeron que se me veía muy bien el cabello arreglado así, si, despeinada, ¿puedes creerlo? (sinceramente yo tampoco lo creía), pero luego me vi en el espejo y me di cuenta de que estaba siendo muy dura conmigo, quizá es hora de que te des cuenta tu también.



Nos leemos pronto.




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