miércoles, 11 de febrero de 2015

LA FIESTA DE LOS TOROS



Hoy les voy hablar del tema de los toros, yo se que es un tema bastante polémico y en ocasiones bastante molesto e incómodo para muchos de ustedes pero con este tema pretendo darles mi punto de vista y brindarles elementos con los
cuales se pueda juzgar este llamado arte y compartirles un poco de historia de lo que hoy son las corridas de toros.


Primero vamos a empezar con una pregunta que parecería muy sencilla y que todos los que debaten del tema en teoría conocen, pero conocen bien la respuesta.... Bueno la pregunta es ¿Que es una corrida de toros? ¿Lo saben? Bueno para los que lo saben y los que no les cuento un poco de qué trata. La corrida de toros es una fiesta donde se lidia un toro el cual es una especie un tanto manipulada por el hombre aunque no cien por ciento genéticamente como algunos piensan, pero de eso platicaremos más adelante primero regresemos a la idea principal y del origen de la fiesta y luego desmenuzamos un poco más los temas alrededor de esta fiesta.
Como bien les decía la corrida es una fiesta  que se desarrolla en un ruedo también conocido como plaza de toros  donde al toro de lidia puede ser toreado por un torero a pie o a caballo estra última forma también llamada rejoneo.

Esta es la forma más sencilla de explicarlo para poderlo comprender, pero ahora vamos a revisar un poco de su historia. 

Las corridas de toros tienen su origen en el siglo XII en España cuando la nobleza abandona el toreo a caballo y la plebe comienza a hacerlo a pie, demostrando así su valor y destreza. Al principio no existían tercios, que es la forma en que se divide una corrida actual, tampoco existía un orden ni reglas en las cuadrillas si no es hasta que llega Francisco Romero el primer diestro que pone orden a la fiesta y también es el creador de la muleta tal y como hoy se la conoce.

Cabe mencionar que esta fiesta no existiría si no existiese el toro bravo o de lidia como anteriormente ya lo mencionaba. El origen de esta raza de animales se la encuentra en el primitivo urus o uro que no habitó exclusivamente en España, pero sí es en este país donde encontró su mejor asentamiento. Existen datos históricos en los que se enmarca la existencia del uro salvaje, desde el norte de Africa a la zona más septentrional de Europa y desde Asia Menor a la Península Ibérica. De todo ello encontramos vestigios en las pinturas rupestres de las cuevas, como las de Altamira, en las representaciones egipcias, los códigos asirios o los cartagineses y especialmente de los celtas.

Todas estas teorías son difíciles de comprobar, pues prácticamente todas las formas prehistóricas del uro han desaparecido, por lo que quedan dos ramas de donde se cree proviene nuestro toro de lidia actual, el uro primigenius, de colores rojizos, y el uro brachyceros, de pelajes, oscuros, que eran toros de gran tamaño, con encornaduras altamente generosas, de cara alargada, con colas largas y peludas, y los últimos ejemplares aparentemente fueron vistos en la zona de Polonia y Lituania en el siglo XVII. Sin embargo es el sur de Europa, concretamente en la zona mediterránea y en la Península Ibérica, donde encuentra su mejor desarrollo y, tras su evolución, que comprende las mutaciones y posibles cruzas entre diversos ancestros, llega a la forma del toro actual.

Así, con la influencia del medio ambiente y del hombre primitivo, encontramos el punto de partida de la fiesta brava. Un importante precedente histórico se considera a los ejercicios de la caza del uro en la que se dieron los primeros enfrentamientos, en ellos, más importante que la propia fuerza física, eran la habilidad y destreza. Es quizás en estas tradiciones tan antiguas donde se puede encontrar el origen de las corridas de toros.

Pero ahora ya que conocemos un poco de historia veamos porque se le conoce como un arte. Los aficionados taurinos comprenden a las corridas de toros como una fusión entre el toro y el torero, y al mismo tiempo cada uno representa algo grandioso, como por ejemplo, el torero representa a un héroe o una figura en esencia mitológica, mientras que el toro representa la bravura, la virilidad, la nobleza y la belleza.

 Asímismo, las corridas de toros envuelven ciertos aspectos que las hacen ser consideradas por ciertas personas como una obra de arte. Por ejemplo, los trajes de luces utilizados por los toreros, los cuales son elaborados minuciosamente por sastres, los diferentes lances maniobrados a lo largo de la corrida, que representan para los taurófilos movimientos valientes, elegantes y exuberantes de masculinidad, y las grandes creaciones arquitectónicas que constituyen las plazas de toros. Es por todo esto que grandes autores como Goya, Hernest Hemingway, y Federico García Lorca han escrito, hablado y representado en pintura a la tauromaquia y hablado de ello como un arte.

Para ilustrar un poco esto del arte del toreo quiero decirles unas frases que algunos autores han escrito: Para los taurófilos el toreo combina el entrenamiento del torero, su experiencia, la intuición, el control, las habilidades, la imaginación y la espontaneidad, asimilándolo no sólo como una lucha contra un animal sino como un expresión artística (McCormick, 1992). Ésta lucha se considera un arte por ser una danza con la muerte, a la que el torero se somete para demostrar su valentía utilizando nada más que su inteligencia para escapar del “peligro” y de “la bravura del toro”. Se dice entonces, en el mundo taurino, que las corridas de toros enseñan “el arte de no morir, el arte de vivir" (Federico García Lorca, 2009).

Para concluir aqui les presento los datos duros que tal vez nos haga cambiar un poco la perspectiva de las corridas de toros. El ganadero cría, indudablemente los toros bravos, en el que invierte no sólo la extensión de sus tierras, que le dedica, sino el pago de los distintos operarios asalariados de la finca —caporales, vaqueros, mayoral y otros empleados—, de otros profesionales ajenos a la misma, pero cuyos servicios son imprescindibles —veterinarios, en primer lugar, pero también artesanos, braceros y operarios de máquinas, básculas, etcétera, sin olvidar a cuantos intervienen en los herraderos y tientas— y, por último, realiza inversiones en maquinaria agrícola, alambradas, piensos y otros materiales precisos para la cría o explotación agrícola. Sus ingresos proceden de la lógica venta de los toros y novillos para la lidia, y también de la venta de ganado desechado para carne y de los productos de la tierra.
Los toreros, tanto el matador como los subalternos, dan trabajo a sastres, a quienes fabrican los útiles de torear —ya sean paños o hierros—, a choferes, mozos de espada y al apoderado, es decir, su representante. Reciben, lógicamente, a cambio de su trabajo, el matador el dinero que el apoderado ha acordado con la empresa, y los subalternos, según antigüedad, lo que cada cual haya pactado con éste.

El empresario, por su parte, tiene, por un lado, los ingresos por taquilla y, en los últimos años, los añadidos por las retransmisiones de televisión —que aumentan también los ingresos de los toreros— y, por otro, los pagos al ganadero y los toreros, en primer lugar, más el pago a todo el personal de plaza —cuya enumeración es imposible, pero que incluye desde los alguacilillos hasta los matarifes del desolladero, areneros, carpinteros, albañiles y electricistas, mayoral de plaza y un largo etcétera.

Ganaderos, toreros y empresarios contribuyen, también, a la economía de los transportes, tanto por lo que ellos mismos generan —traslado de los toros, de las cuadras de caballos y mulillas, de los mismos toreros y otros profesionales— como por el transporte público y privado que el hecho de una corrida mueve en la ciudad y ciudades más o menos lejanas de donde se celebra.

Antes, después y durante la corrida, los espectadores contribuyen a los ingresos de hoteles, restaurantes, bares y, así mismo, a los de los concesionarios de la plaza, almohadillas, bares, programas. Igualmente, las carnicerías se nutren y comercian con la carne de las reses.

Por último, periodistas, escritores, locutores de radio, fotógrafos, ilustradores, editoriales, periódicos, revistas, pintores, escultores, músicos, abogados y notarios hallan en el mundo del toro recursos e ingresos profesionales nada desdeñables.

No se puede dejar de señalar, además, la generosidad, tantísimas veces demostrada, del mundo del toro en su conjunto en su contribución a causas de beneficencia, ya sea pública, ya con quienes son o han sido sus compañeros.

Es aquí donde nos damos que en la mayoría de los debates la gente no es consciente de la cantidad de familias que mantiene el mundo del toro: “Hay que pensar que de lo que se está hablando es de miles de puestos de trabajo.





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